El restaurante Amor y Grasa, lleva unos cuatro meses abierto, este nuevo restaurante de Zaragoza ofrece una corta carta de platos con tímidas pretensiones de cocina creativa, de unos jóvenes con ganas de hacer las cosas bien.
No dudo que sus mentores sean capaces de platos arriesgados de cocina de autor, sino que de soslayo se dibuja en la sombra una figura etérea de «me gustaría pero no me atrevo«, dirigida por un realismo pragmático del que sabe que todo comienza por un primer paso, y les doy la razón.
Qué comimos en el restaurante Amor y Grasa.
La carta del restaurante amor y grasa es corta, unas pocas tapas y otros pocos platos a compartir, y tres postres. Pero de variedad y calidad suficiente para una visita exitosa. Entiendo que, como ocurre en otros restaurantes Zaragoza, tascas, gastrobares, etc, puntualmente harán platos fuera de carta que ofrecer principalmente a clientes habituales para que continúen siéndolo y no caigan en una áspera monotonía.
Bacalao a bras.
Estaba muy rico, abundante. Se trata de un bacalao desmigado con unas patatas fritas pajita, cebolla caramelizada y yema de huevo, sobre el descansan unas olivas negras deshuesadas. Sabor muy suave y textura juguetona.
Steak Tartar
Una buena carne de solomillo de ternera, especias en su justa medida y con un picante generoso pero que no satura el paladar. Le acompañan unas tostas caseras de pan de aceite, duritas y perfectas aliadas.
Postre: Petit olivier, chantilly, almendra tostada y helado de café
Si bien los otros dos platos los recomiendo, este último, el postre, se quedo por debajo de los anteriores, estaba bueno de sabor y de presentación pero era organolépticamente discreto, destacando el helado de café muy rico pero en conjunto mejorable.
Vino.
En el restaurante amor y grasa podemos sacar botellas enteras o bien por copas, siendo por copas a un precio no descabellado por lo que nos ofrece la posibilidad de hacer nuestro propio maridaje.
Tomamos un viñas del Vero, Chardonay, muy muy rico, bien frío como corresponde, que acompaño divinamente el bacalao.
Después un tinto «care sobre las lías» que por desgracia no nos gustó demasiado, poco redondeado, que no encajó en demasía con el excelente steak tartar.
Precio del restaurante Amor y Grasa.
El precio del restaurante amor y grasa no es alto, aunque sí que vi los precios de los vinos en general por encima de lo esperado a tenor del precio de los platos que los vi correctos, por ello también es una buena opción tomar el vino por copas como les he comentado, a gustos. Una comida o cena exitosa nos saldrá entre 20 y 25 euros, buen precio como digo, pero ojo al elegir el vino.
Lo bueno y lo malo del restaurante amor y grasa.
Lo malo, que pedí un vino de postre, un Oporto o en su defecto un PX, o si sino un moscatel, y nada, no tenían ningún vino dulce, no los critico por ello, se lo duro que es montar un negocio y que hay que «hacer sangre» para llenar la bodega, sólo lo cuento, sabedor de que otro día en el futuro sí tendrán, tiempo al tiempo.
Lo bueno: me ofreció un gewürztraminer en su lugar, lo acepté, estaba muy rico, y después he visto en la cuenta que no me lo cobraron, evidenciando el saber estar, la clase y la elegancia, que por cierto en otros famosos restaurantes no me he encontrado en alguna que otra ocasión.
Como por ejemplo en un famoso restaurante con estrella michelín de Zaragoza, donde pedí un cava de la carta,….minutos y minutos de espera para que al final viniera y se disculpara porque se le había agotado, pedí el inmediato superior, 4 euros tenían la culpa, y aunque no va a ningún lado lo correcto es que me hubiera dicho «le cobro el mismo precio que el que no he podido servirle», pero eso… que no todo el mundo tiene clase por muy buen metre que sea.
Fotos restaurante Amor y Grasa.
Dirección restaurante: Calle Estudios 12, 50001, Zaragoza.
Teléfono de reservas: 648 14 42 30
Si ha estado, y quiere compartir sus opiniones del restaurante Amor y Grasa de Zaragoza estaremos encantados de leerle!
Jose Gallizo
La cocina no está mal pero no volveremos, el camarero necesita un curso intensivo en la escuela de hostelería. Al abrir el vino se le cae la cápsula en el bacalao de un comensal, para retirarla se le ocurre meter sus dedos en el plato sin inmutarse. Para recoger los platos antes del postre, los amontonaba en la mesa como si fuera un cuartel y le daba igual dejarse cubiertos usados en la mesa. Para servir un vino blanco lo hace con una botella casi vacía que la termina en la copa de la comensal sirviendo una escasa cantidad, mal está acabar el resto de una botella en la mesa del restaurante, pero está peor no tener la iniciativa de traer enseguida una nueva botella para completar la copa. El camarero fue zafio pero al final desagradable.